El diario ABC publica una tribuna del neurólogo Celedonio Márquez con motivo del Día Mundial del Parkinson

El periódico ABC ha publicado una tribuna del doctor Celedonio Márquez, del Instituto de Especialidades Neurológicas (IENSA), con motivo del Día Mundial del Parkinson, donde explica las principales características de esta enfermedad neurodegenerativa -con 8,5 millones de personas afectadas en todo el mundo- y traslada un mensaje de optimismo ante los avances científicos-médicos que se están produciendo tanto en el diagnóstico como en el desarrollo de nuevas terapias.

El doctor Márquez recuerda que actualmente en España hay más de 150.000 pacientes y que es un dato epidemiológico conocido que la prevalencia de esta enfermedad aumenta con la edad. “El creciente envejecimiento de la población y el hecho de ser uno de los países del mundo con una mayor esperanza de vida nos llevan a un escenario en el que se prevé que en 2050 el 30% de los españoles tendrá más de 65 años y, por tanto, el número de enfermos se incrementará de forma notable”, apunta.

El especialista de IENSA indica en su tribuna, publicada tanto en la edición en papel como online del diario, que “no se ha podido determinar la causa del párkinson, salvo en los casos de origen genético que son del 5% al 10% del total y aparecen, en general, antes de los 50 años. Tampoco se ha encontrado un tratamiento curativo ni que retrase la progresión, pero sí disponemos de diversas terapias que alivian los síntomas”.

Según expone, la enfermedad se produce “por la pérdida gradual de neuronas de una zona del cerebro llamada Substancia Negra, que usan una sustancia llamada dopamina como neurotransmisor. Esto da lugar a un defecto de la misma en los denominados ganglios basales, unas estructuras cerebrales fundamentales en la producción y coordinación de los movimientos voluntarios, la postura y la marcha”.

“Estas alteraciones producen los síntomas clínicos. Los más relevantes y conocidos son los de tipo motor como el temblor, la lentitud de movimientos, la rigidez o la alteración en la forma de caminar, pero también hay síntomas no motores, como los cambios del estado ánimo, la pérdida del olfato y los trastornos del sueño y de las funciones digestivas o cardiovasculares, que son menos conocidos pero que pueden actuar como marcadores del proceso patológico y que también inciden de forma importante en la calidad de vida de los afectados”, puntualiza el experto.

Motivos de esperanza y optimismo

“Pese al impacto que el diagnóstico supone para el paciente a nivel personal, familiar, social o laboral, -afirma- hay que resaltar que no todo es negativo y que tenemos motivos para mantener la esperanza y el optimismo”, en cuanto a las perspectivas actuales y de futuro para la mejora de la calidad de vida de los afectados, gracias a la disponibilidad de opciones terapéuticas y a los avances en materia de investigación.
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Así, en primer lugar, el especialista de IENSA señala que en la actualidad hay un amplio arsenal de tratamientos que, aplicados de forma racional y personalizada en cada momento de la evolución, pueden minimizar los síntomas. Igualmente, en fases avanzadas, si los síntomas no se pueden controlar con los fármacos habituales, detalla que “disponemos de terapias complejas que incluyen la infusión continua de medicamentos por vía subcutánea o directamente en el intestino y la actuación sobre determinadas estructuras del cerebro a través de ultrasonidos o cirugía, además de la estimulación cerebral profunda, una técnica segura y eficaz que consiste en la colocación de electrodos en ciertas áreas cerebrales conectados a un estimulador”.

Actividad física, un factor clave

Para el neurólogo, “un segundo motivo para el optimismo es que cada vez sabemos mejor cómo ayudar al paciente a convivir con esta enfermedad crónica. El ejercicio físico controlado, así como las diversas técnicas de fisioterapia y de terapia ocupacional, contribuyen a mantener activa a la persona”. “En este aspecto, -añade- hay que ensalzar la labor de las asociaciones de enfermos, cuidadores y familiares, quienes, sin duda, son un estímulo para los propios pacientes y para los que afrontamos el importante reto que supone que los afectados puedan hacer una vida normal”.

Y, en tercer lugar, resalta que los avances alcanzados a través de la investigación en el conocimiento de los mecanismos implicados en el desarrollo de la enfermedad “nos proporcionan una mejor comprensión de los síntomas, el desarrollo de marcadores diagnósticos y, sobre todo, la identificación de dianas a las que dirigir nuevas terapias más eficaces y seguras”.

“No podemos vislumbrar en un futuro inminente cuándo estará disponible un tratamiento curativo, pero sí hay que tener la certeza de que, con los avances en el conocimiento, la calidad de vida de los pacientes seguirá mejorando aún más en los próximos años. Por tanto, como mensaje para los afectados y sus familias, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que hay motivos para la esperanza y el optimismo”, concluye el neurólogo de IENSA.

La tribuna completa publicada en ABC está disponible aquí:

Edición online