La Neuropsicología es la ciencia que se encarga de la exploración, evaluación, diagnóstico y tratamiento de las alteraciones del funcionamiento cognitivo (atención, memoria, lenguaje, planificación y organización, etc.), emociones (ansiedad, depresión, indiferencia, etc.) y los cambios conductuales (desinhibición, apatía, pérdida de interés, cambio de personalidad, etcétera).

Estas alteraciones o cambios conductuales pueden generarse como consecuencia de un daño cerebral adquirido como traumatismos craneoencefálicos, ictus, hemorragias, tumores o anoxias, entre otros; de enfermedades neurológicas como epilepsia, párkinson, esclerosis múltiple, de enfermedades neurodegenerativas como enfermedad de Alzheimer o deterioro cognitivo leve de distintas posibles causas; así como de enfermedades psiquiátricas o del desarrollo cerebral.

Emplea distintas técnicas como entrevistas clínicas a pacientes y familiares, cuestionarios, exploraciones conductuales y test para explicar las relaciones entre el cerebro y los síntomas neuropsicológicos (cognición, emoción y conducta).

Una evaluación neuropsicológica tiene por tanto como principales objetivos:

1. Determinar el impacto del daño cerebral sobre las funciones cognitivas, la emoción y la conducta y sus posibles secuelas.

2. Contribuir en el diagnóstico de patologías neurológicas, psiquiátricas y del neurodesarrollo.

3. Elaborar programas y tratamiento en rehabilitación o estimulación neuropsicológica tras el daño cerebral o deterioro cognitivo, así como en niños con trastornos del desarrollo, dificultades específicas del aprendizaje, trastorno de la relación y de la comunicación y trastornos en el desarrollo del lenguaje.

4. Valorar la evolución de los pacientes a lo largo del tiempo.

5. Empleo del diagnóstico y del déficit encontrado para valoraciones periciales y forenses en caso de incapacidad, accidente o deterioro.

La evaluación neuropsicológica es una tarea compleja, requiere de entrevistas clínicas para la exploración de síntomas que tanto el paciente como los familiares pueden observar, así como el empleo de test neuropsicológicos baremados en función de la edad y el nivel educativo, por lo que suele ser más sensible a los efectos que produce el daño cerebral que otras técnicas más sofisticadas (neuroimagen o neurofisiológicas).

Es por ello que el proceso de evaluación, dependiendo de la patología y del propio paciente, puede requerir una consulta de aproximadamente 1 hora y 30 minutos hasta 4 horas y 30 minutos en los casos más complejos, como pueden ser los de cirugía de epilepsia.

Los servicios de Evaluación Neuropsicológica que ofrece IENSA son para el diagnóstico y/o tratamiento tras:

1.- Daño cerebral adquirido (DCA): tras traumatismo craneoencefálico, accidentes cerebrovasculares como ictus o hemorragias, tumores cerebrales, infecciones del SNC, efecto de tóxicos en el SNC, epilepsia, etc. La neuropsicología, en estos casos, aportará el diagnóstico de las secuelas en atención, memoria, lenguaje, capacidad de planificación, depresión, cambios de personalidad, etcétera. Estos síntomas muy típicos tras el DCA independientemente de su gravedad, y planteará un tratamiento neuropsicológico para su rehabilitación.

2.- Procesos quirúrgicos: tumores cerebrales, epilepsia, párkinson e hidrocefalia. En todas estas patologías es recomendable la evaluación neuropsicológica prequirúrgica, ya que aportará una línea base de posible afectación de la misma, pudiendo valorar las posibles secuelas tras la cirugía, así como su valoración posquirúrgica y establecer un tratamiento de rehabilitación neuropsicológica en el caso de que sea necesario, que ayudará y permitirá una recuperación más dirigida y en menor tiempo que la que se produce por recuperación espontánea. En el caso de la cirugía de epilepsia es imprescindible dicha valoración, ya que ayudará al estudio de la localización y lateralización del foco, así como de los efectos que las crisis están teniendo en el funcionamiento neuropsicológico general.

3.- Enfermedades neurodegenerativas y Deterioro Cognitivo Leve: no todos los DCL tienen la misma causa subyacente y no tienen por qué ser inicio de una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer. La evaluación neuropsicológica aportará (o descartará) un perfil de deterioro cognitivo que orientará al diagnóstico neurológico, y así enfocar mejor el tratamiento pertinente. Ayuda a determinar por ejemplo un perfil de afectación subcortical provocado por daño vascular y/o con alteraciones del estado de ánimo, que también pueden confundirse con una enfermedad neurodegenerativa. Otras enfermedades donde la neuropsicología ayuda al diagnóstico diferencial es en la enfermedad de Parkinson, Demencia por cuerpos de Lewy, Parálisis supranuclear progresiva, o demencias frontales en sus variantes de Afasia progresiva primaria o Demencia semántica.

4.- Trastornos Neuropsiquiátricos: en trastornos como la depresión o trastorno obsesivo compulsivo fármaco resistentes que pueden someterse tanto a tratamientos de estimulación magnética transcraneal como a cirugía, la evaluación neuropsicológica aporta la cuantificación del déficit previo y posterior al tratamiento, ayudando a valorar el pronóstico y efectividad del mismo. En el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la neuropsicología también aporta mucho valor de cara al perfil de afectación y las pautas de tratamiento a seguir según el mismo.

5.- Evaluación previa y tras tratamientos, junto con la unidad de neurofisiología clínica, de técnicas de estimulación no invasiva, con estimulación magnética transcraneal.

6.- Evaluación infantil en trastornos del desarrollo, diagnóstico de TDAH, trastornos del aprendizaje y daño cerebral adquirido así como su tratamiento. Valoración del lenguaje y el habla, observación de la actitud y relación del niño, pruebas de adaptación y personalidad infantil y entrevista de orientación diagnóstica con la familia. Diagnóstico diferencial de altas capacidades intelectuales.

El tratamiento neuropsicológico tiene como objetivo general la mejora de las funciones cognitivas, emocionales y conductuales que han resultado afectadas como consecuencia del daño cerebral, así como proporcionar al paciente el nivel de funcionamiento, independencia e integración social y laboral lo más alto posible. Otro objetivo importante es proporcionar a la familia el conocimiento y entendimiento del daño cerebral, sus consecuencias y su manejo en el hogar, para así mejorar la calidad de vida en el entorno personal y familiar del paciente.

La recuperación de las funciones dañadas está sujeta a la combinación de factores que están relacionados con la lesión y con el paciente. Algunas de las variables más importantes que intervienen en dicha recuperación son:

• La gravedad, causa y localización de la lesión.

• La forma de instauración (súbito o progresivo).

• El nivel cognitivo y la personalidad previa del paciente.

• El sexo y la edad del paciente.

• La duración del estado de coma.

• La conciencia del déficit que posea el paciente.

Dos factores importantes para que la Rehabilitación neuropsicológica consiga la mayor eficacia terapéutica posible son iniciarla precozmente y la continuidad y la constancia en el trabajo, es decir, la adecuada adhesión al tratamiento.

Cuando el daño cerebral es causado por una enfermedad neurodegenerativa, el tratamiento irá dirigido a enlentecer el deterioro mediante estimulación cognitiva la mayor parte posible del tiempo, así como pautas a los familiares para el hogar y mejorar la calidad de vida.

Tras la evaluación neuropsicológica del paciente, se tomarán las áreas afectadas y las no afectadas para establecer el programa de rehabilitación neuropsicológica particular e individual. Según esto, las técnicas de rehabilitación que podemos emplear son:

• Restauración de la función dañada: empleando técnicas de estimulación y entrenamiento cognitivo.

• Compensación de la función perdida: las actividades tienen un objetivo funcional, se emplean estrategias alternativas o ayudas externas.

• Optimización de las funciones residuales: donde lo que se busca es fomentar las funciones no afectadas.

• Técnicas de Modificación de conducta cognitivo-conductuales.

• Mixta: utilización de las técnicas anteriores de modo combinado.

Además, en el caso de la intervención en niños y adolescentes, tras la entrevista de orientación diagnóstica con los padres, se indica el plan de intervención más adecuado, pudiendo comprender sesiones individuales con el menor y sesiones de asesoramiento para la familia.

En estas sesiones de intervención, se trabaja con técnicas de modificación de conducta en el caso de querer instaurar hábitos o conductas o eliminar las no deseadas. Asimismo, se utiliza la estimulación cognitiva para fortalecer las áreas cognitivas afectadas, como entrenamiento de la calidad atencional y atención sostenida, memoria de trabajo, función inhibitoria, resolución de problemas, impulsividad, etc.

La coordinación terapeuta-familia-docentes y de otros profesionales implicados en el desarrollo del niño es muy importante a la hora de abordar cualquiera de los objetivos antes mencionados. En este sentido, se planifican entrevistas telefónicas y/o personales con los tutores y seguimiento activo de las revisiones por parte de otros profesionales que estén aplicando el tratamiento correspondiente.

La duración del tratamiento neuropsicológico, así como la frecuencia de las sesiones semanales (45-60 minutos), dependerá del diagnóstico proveniente de la evaluación previa. Se realizarán sesiones individuales y en función de la gravedad y pronóstico.

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